Sobre el alcohol y los delitos de sumisión sexual en adolescentes

Sobre el alcohol y los delitos de sumisión sexual en adolescentes

Es una realidad, según el informe sobre alcohol que ha publicado el Ministerio de Salud en 2024, el 80% de los jóvenes entre 14 y 18 años dice haber bebido alcohol recientemente.

El 30% de los menores de 12 y 13 años reconoce haber consumido alcohol al menos una vez en el último año.

Para ambos sexos, la prevalencia de consumo aumenta con la edad, pasando del 36,5% en los estudiantes de 14 años a un 73,8% a los 18 años de edad.

Refiriéndose al último mes, el 19,7% de los estudiantes de 14 a 18 años dice haber hecho botellón, un 20,8% declara haberse emborrachado y un 28,2% reconoce algún episodio de consumo intensivo o binge drinking. Este último puede llevar a una serie de consecuencias graves, incluyendo intoxicación aguda, comportamientos arriesgados, y, lamentablemente, una mayor vulnerabilidad a la violencia sexual.

En la sociedad contemporánea, el consumo de alcohol entre los jóvenes es una práctica común, a menudo vista como un rito de paso o una forma de socialización. Sin embargo, esta normalización oculta una realidad alarmante: el consumo de alcohol y la intoxicación química voluntaria pueden llevar a situaciones de vulnerabilidad extrema, donde los jóvenes se convierten en presas fáciles para abusos y agresiones sexuales.

Sobre el alcohol y el consentimiento sexual en adolescentes
El consumo excesivo de alcohol y la intoxicación química voluntaria crean un entorno donde los abusos y agresiones sexuales son más probables

El alcohol como sumisión química

La sumisión química se refiere al uso de sustancias, como el alcohol o drogas, para reducir la capacidad de una persona para resistir un acto sexual. Aunque generalmente se asocia con el uso de drogas sin el conocimiento de la víctima, la intoxicación química voluntaria ocurre cuando los jóvenes consumen estas sustancias por voluntad propia, sin ser plenamente conscientes de las consecuencias.

Muchos jóvenes no perciben el riesgo asociado con la sumisión sexual por el hecho de haber ingerido alcohol de forma voluntaria. En busca de experiencias intensas o debido a la presión social, pueden consumir alcohol o drogas en exceso, llevando sus cuerpos y mentes a un estado de indefensión. En este estado, su capacidad para tomar decisiones informadas y resistir avances no deseados se ve severamente comprometida.

El consumo excesivo de alcohol y la intoxicación química voluntaria crean un entorno donde los abusos y agresiones sexuales son más probables. Los perpetradores a menudo aprovechan la vulnerabilidad de las personas intoxicadas. La incapacidad para consentir, combinada con la disminución de los reflejos y la confusión mental, facilita la comisión de estos crímenes. Pero debemos recordar a nuestros jóvenes que, a pesar de haber ingerido alcohol o cualquier otra sustancia de manera voluntaria, la sumisión química sexual sigue siendo un delito.

Los estudios muestran una correlación preocupante entre el consumo de alcohol y la incidencia de abusos sexuales. En muchos casos, tanto la víctima como el agresor han estado consumiendo alcohol. Esto complica la situación, ya que el alcohol puede nublar la percepción de la realidad, llevando a malentendidos y justificaciones inapropiadas por parte del agresor.

Consecuencias a largo plazo

Las consecuencias del abuso y la agresión sexual son devastadoras y a menudo duraderas. Las víctimas pueden experimentar traumas psicológicos, incluyendo trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión y ansiedad. Además, pueden surgir problemas de salud física y complicaciones sociales y académicas.

El impacto del consumo de alcohol también puede prolongarse. Los jóvenes que desarrollan un patrón de consumo excesivo de alcohol pueden enfrentar problemas de dependencia en el futuro. La adicción al alcohol no solo afecta la salud física y mental, sino que también puede tener repercusiones sociales y económicas graves.

Estrategias de prevención

Abordar esta problemática requiere un enfoque multifacético. Es esencial que los jóvenes estén informados sobre los riesgos del consumo excesivo de alcohol y la intoxicación química voluntaria. La educación en las escuelas y universidades debe incluir información sobre los peligros del alcohol y las drogas, y cómo estas sustancias pueden llevar a situaciones de vulnerabilidad y abuso.

Los programas de prevención deben enfatizar la importancia del consentimiento y la comunicación clara en todas las interacciones sexuales. Es crucial que los jóvenes entiendan que el consentimiento no puede darse bajo la influencia del alcohol o las drogas, y que cualquier acto sexual sin consentimiento es un delito.

La comunidad y la familia también juegan un papel vital en la prevención del consumo excesivo de alcohol y las agresiones sexuales. Los padres deben mantener una comunicación abierta con sus hijos sobre el consumo de alcohol, estableciendo expectativas claras y ofreciendo apoyo y orientación.

Las comunidades pueden organizar campañas de concienciación y eventos educativos para promover un consumo responsable y la seguridad personal.

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